jueves, 25 de octubre de 2007

RADIO NUEVO MUNDO - 107.3



Programa "Radiografía Cultural"


Todos los Sábado

desde las 16 hrs.

Radio Nuevo Mundo - 107.3

Graneros

Este programa Radial tiene el objetivo de difundir y promover la cultura, las artes y las raices locales, siendo un espacio de diálogo abierto entre los artistas y la comunidad.

Equipo:

Fabian Contreras
Fernando Duran
Nico Contreras.
Fernanda Parraguez
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Tema del Mes
¿QUÉ ES EL ARTE HOY?

Cuando se habla de arte contemporáneo se suele pensar, inmediatamente, en obras que traspasan las fronteras del cuadro o la escultura tradicional. Las tendencias actuales, ciertamente, tienen mucho más que ver con, performances, video arte, instalaciones, body art y una serie de manifestaciones que resultan difíciles de descifrar para el público general. Pero no sólo eso. El arte de hoy nos obliga a replantear el concepto mismo de arte.
¿Cómo definimos el arte de hoy? Para responder esta interrogante, podríamos simplificar el argumento diciendo que es obra de arte lo que los especialistas definen como tal. O porque está dentro de un museo, un espacio creado para la exhibición de obras de arte. O porque está fabricado por un artista (aunque aquí se cae en el dilema de tener que definir quién es un artista, y qué cualidades se requieren para ello). Lo cierto es que cada generación tiene su propia definición de arte y ésta se ha tornado cada vez más compleja con el paso del tiempo, sobre todo a partir del siglo XX. Sin embargo, todo ello no debe hacernos abandonar la búsqueda de la tan anhelada definición.
La primera arista que debemos explorar (por buscar un punto de partida) nos remonta a la época del Manierismo, donde nos sale al paso, y por primera vez, una deformación consciente e intencionada de las formas naturales, una renuncia a la fidelidad de la naturaleza que se debe a una voluntad de expresión que, para manifestarse, renuncia inintencionadamente, a la imagen conocida y acostumbrada de las cosas.
Avanzando varios cientos de años, un segundo momento relevante nos traslada a principios del siglo XX. Y es que, no podemos olvidar que —tal como recalca Victoria Combalía— “la ruptura frente al soporte y función tradicionales (lienzo, representación) tuvo un momento decisivo: el dadaísmo. Dadá, en su intento por desmitificar el arte y acercarlo a la vida, estaba ampliando, tal vez inconscientemente, las bases para una nueva ontología artística (…) Con dadá no sólo el arte se libera del caballete, sino que el propio artista y sus actividades pueden ser consideradas arte” .
Esto abre un enorme abanico de posibilidades que inciden en el auge que alcanza el denominado “arte conceptual”, donde se privilegia “no sólo la teoría, sino la tarea artística entendida como actividad reflexiva, tanto mental como experimental (idea-comportamiento) (…) Por eso, puede decirse que el arte conceptual no se ha preocupado tanto del cómo cuanto de qué del arte” . Liberados de la tarea de representar el mundo, los artistas podían ahora simbolizarlo y, sobre todo, intervenirlo.
Es así como —sobre todo a partir de los inicios del siglo XX— la noción de proyecto artístico abre paso a la de “espectáculo”, tal como lo ha definido Guy Debord. Es decir: el autor se transforma en productor (pierde validez la pregunta ‘¿qué quiere decir el autor?’, pues la obra es más importante que quién la hace); la obra en objeto (se pierde el aura, pues ya no se trata de una obra auténtica e irrepetible) y el espacio en territorio (la noción de territorio es más delimitada, porque tiene que ver con la manera en que ejerzo soberanía —y, por tanto, poder— sobre él).
No obstante, una vez inaugurada la sociedad “posmoderna”, el mundo globalizado —reino absoluto del neoliberalismo— trae consigo nuevas categorizaciones, que han sido descritas, magistralmente, por Nicolás Bourriaud en su texto Post producción : la de DJ (el artista en la actualidad no trabaja sobre nada que no sea preexistente y su labor se caracteriza por la mezcla); posproducto (producto que surge de la unión de muchos otros productos); y no-lugar (en tanto que la obra de arte puede ocupar lugares virtuales u ‘anónimos’ tales como supermercados, aeropuertos, salas de espera, etc.).
Pero además, Nicolás Bourriaud —en un texto posterior titulado Estética relacional — señala que una de las principales características de las obras actuales radica en que “la parte más vital del juego que se desarrolla en el tablero del arte responde a nociones interactivas, sociales y relacionales. Hoy, la comunicación sepulta los contactos humanos en espacios controlados que suministran los lazos sociales como productos diferenciados. La actividad artística se esfuerza en efectuar modestas ramificaciones, abrir algún paso, poner en relación niveles de la realidad distanciados unos de otros” .
En esta misma línea, y en respuesta a la pregunta “¿es posible generar relaciones con el mundo, en un campo práctico —la historia del arte— tradicionalmente abocada a su representación?” Bourriaud responde: “A la inversa de lo que pensaba Debord, que sólo veía en el mundo del arte una reserva de ejemplos de lo que se debía ‘realizar’ concretamente en la vida cotidiana, la realización artística aparece hoy como un terreno rico en experimentaciones sociales, como un espacio parcialmente preservado de la uniformidad de los comportamientos” .
Es decir, uno de los aspectos centrales de las obras de arte actuales, es su capacidad (¿o intento?) de reestablecer los lazos sociales perdidos y la utopía de la proximidad y la comunicación en un mundo donde, paradójicamente, el derribamiento de las fronteras (emblema de la globalización) generó un aislamiento inédito para muchas sociedades que —en palabras del escritor mexicano Alfonso Reyes— “llegaron retrasadas al banquete de la civilización occidental”.
Agrega Bourriaud: “‘La cultura es la regla; el arte, la excepción’, recordaba Jean-Luc Godard. En ese sentido se podría denominar artística toda actividad de formación y de transformación de la cultura. Formación y transformación: si el abuso del término “crítica” puede fácilmente irritar, el artista contemporáneo no mantiene con su cultura nacional (o regional) relaciones complacientes. Existe no obstante una fractura por largo tiempo ignorada en el seno del mundo del arte ‘globalizado’, que procede menos de una diferencia cultural que de grados de desarrollo económico. La distancia que existe aún entre el ‘centro’ y la ‘periferia’ no separa culturas tradicionales de culturas reformadas por el modernismo sino sistemas económicos en distintas etapas de su evolución hacia el capitalismo global (…) Pero la importación-exportación de formas sólo parece funcionar del todo en el corazón mismo del circuito global. Porque ¿qué es una economía global? Una economía capaz de funcionar a escala planetaria, en tiempo real” .
Transformación de la cultura. Globalización. Relación centro-periferia. En resumen, la calidad del trabajo de un artista “depende de la riqueza de sus relaciones con el mundo” o, más bien, de su capacidad para cambiar el estado de las cosas. Probablemente, ésa es la mejor definición del arte de nuestro tiempo.